Según el Diccionario de la Real Academia Española, consenso es un acuerdo producido por consentimiento entre todos los miembros de un grupo o entre varios grupos.
En el régimen de Estado de Partidos nacido de la Transición española, consenso es una palabra mágica que se utiliza para justificar la necesidad de que todo el mundo esté de acuerdo con el sistema político apoyado por oligarquía política gobernante. Hasta tal punto se produce este fenómeno que, para los dirigentes de los partidos y sus acólitos, consenso se identifica con democracia, cuando en realidad es su antítesis. La democracia necesita del debate razonado sobre alternativas a distintas cuestiones, el consenso, al crear una mitología común que no se discute, elimina el debate y con él la democracia.
De hecho, el consenso como instrumento político ha sido también utilizado en oligarquías y dictaduras de distinto pelaje, incluyendo la franquista. Incluso Franco necesitó de cierto nivel de consenso por parte de la población española, puesto que es extremadamente difícil mantener un régimen político estable sin al menos un nivel mínimo de consentimiento por parte de la población.
En el clima político-mediático español actual, el término consenso se emplea como una especie de conjuro para terminar cualquier debate que amenaza con derrotar dialécticamente – dejar sin argumentos razonados – a los representantes de la oligarquía dominante.